Cita de la semana

"Dijo el perro al hueso: Si tu esás duro, yo tengo tiempo"

Anónimo


sábado, 15 de noviembre de 2008

EL SECRETO DEL SALÓN OVAL

El salón oval estaba lleno hasta rebosar de espías y contraespías. Sin embargo, el Primer Ministro tenía absoluta necesidad de comunicar inmediatamente a Su Majestad el gran secreto del que acababa de enterarse. Como quien no quiere la cosa, al aproximarse al Rey le dijo con voz bien perceptible: «Majestad, parece que los focos de rebeldes reclaman nuestra atención». Todos los espías se fueron hacia las paredes del salón para sacar de los forros de sus capas allí colgadas las claves de los mensajes cifrados.

Les siguieron, naturalmente con gran sigilo, los contraespías y los espias. El Rey, con paso tranquilo, pero decidido, se dírigió hacia un lado del ovalado salón. El Ministro, por su parte, con el mismo paso decidido, pero tranquilo, se dirigió en dirección contraria al otro lado del salón ovalado. Los espías los observaban de reojo mientras consultaban en sus libretas «parece», «focos», «rebeldes» y «exigen». Los contraespías estaban atentos a los espías, y los contracontraespías no perdían de vista ni un momento a sus contraespías correspondientes. El Rey se paró un momento y el Ministro, respetuoso, se paró también en su camino. Estaban a más de 20 metros de distancia cuando un espía más astuto observó y apuntó en su libreta: «Este Ministro, o habla solo o está rezando». Pero nadie pudo oír nada. Sólo el Rey pudo percibir claramente en sus oídos el mensaje del Ministro: «Majestad, con todos mis respetos, su bragueta está totalmente abierta».
Esto se debe a una curiosa propiedad de las elipses que permite que el sonido emitido desde uno de sus focos rebote y se transmita al otro foco aunque se trate de un simple susurro. En cualquier otro punto el sonido llegará distorsionado e inapreciable.

2 comentarios :

Unknown dijo...

Me parace muy intersante tu experimento. Yo estoy intentando hacer algo parecido

tecnotic dijo...

Veo que eres una alumna aplicada